jueves, 25 de agosto de 2016

El Destino de Paula 15




Capitulo 15
 
PAULA

Oigo golpes en mi puerta y maldigo a quien los esté dando. Tengo mucho sueño. En días como este me digo que no volveré a salir, aunque al final siempre lo hago.

-          Quien sea que golpee la puerta que me deje en paz, tengo sueño. –

-          Hija… - es mi madre – es la hora de comer, no has desayunado y seguro que no has comido nada desde la cena. Vamos cariño, ven a comer y luego sigues descansando. –

-          Vale mama – tiene razón, mi estómago ruge, sobre todo porque me encanta la comida de mi madre. – ahora bajo a comer. –

Me levanto de la cama y cuando entro al baño, lo primero que hago es mirarme al espejo, porque el reflejo que veo no soy yo ¿o sí? Parezco un zombi, ayer no me quite el maquillaje al regresar y tengo los ojos negros como un panda.

Me lavo la cara y me aseo un poco, pero no me quito el pijama y bajo así. Solo comemos los cuatro, mi abu, Nando, mi madre y yo, así que da igual cómo vaya vestida.

-          ¡Buenos días! O tardes ya. – digo nada más entrar.

-          ¡Buenas tardes hermanita! Parece que ayer te lo pasaste muy bien, has dormido mucho. – Fernando tiene la cara muy fresca, como si no hubiera salido de fiesta y hubiera dormido toda la noche.

-          ¡Buenas tardes cariño! ¿Te lo pasaste bien anoche? No tienes buena cara. – pregunta mi abuela. Se ha vuelto una cotilla desde que está en el centro.

-          Muy bien abuela, fue una noche fantástica. – no quiero especificar más, ya que ayer cuando regresé a la disco no les conté nada de lo que hice o donde estuve a Gonzalo y mi hermano.

Me siento en mi sitio y empezamos a comer en silencio y así pasamos casi toda la comida hasta que mi madre pregunta.

-          ¿Cuándo os vais? –

-          Mañana por la mañana Carmela, comeré allí en Murcia, que por la tarde tengo un cliente particular que quiere entrenarse para hacer un triatlón. – dice Nando.

-          Yo me voy también por la mañana mama, ya sabes que mi tren sale a las tres de la tarde, así que comeré por el camino. –

-          Está bien chicos, y esta tarde ¿haréis algo? – dice mi madre mientras recoge los platos, sé que debería ayudarla, pero a veces gusta que alguien te haga las cosas.

-          No se mama, dijimos de tomar un café con Gonzalo, para despedirnos. Aunque Gonza se va el domingo, nosotros mañana. –

-          Pues mañana antes de iros recibiréis vuestro regalito de reyes, aunque no podéis abrirlo hasta el día 6 ¿de acuerdo? –

-          Vale Carmela, pero no hacía falta que nos dieras nada. –

-          Pero si no es ninguna molestia hombre, es solo un detalle para que lo abráis juntos, porque te vas a Madrid para el día de reyes ¿no Fernando? –

-          Si Carmela. El día 4 cojo un tren a Madrid y regresare el día 8 a Murcia. Cuidare a la pequeña Paula y la llevare a ver la cabalgata, ¡ja ja ja! – se ríe Nando.

-          Que graciosillo nos ha salido el niño. Más bien te llevare yo a ti, que yo vivo allí y me conozco todo. – le contesto sacándole la lengua como los niños pequeños.

 

Al terminar de comer, subo a mi habitación, me doy una ducha y me pongo algo decente, pero sin arreglarme mucho, unos vaqueros ajustados, mis botas de cuña marrones, una camisa y un jersey.

Me suena un toque al móvil y es Gonzalo que está esperando puntual en el coche. Pasamos una tarde muy buena los tres y al dejarnos en casa, yo solo le di dos besos a Gonzalo y quedamos en que ya hablaríamos.

 

 

A la mañana siguiente me sonó el despertador y ¡¡madre mía del amor hermoso!! Como me cuesta volver a la rutina y levantarme tan temprano, pero tengo que terminar de recoger mis cosas y despedirme de mi hermano, mi madre y mi abuela.

Mi madre nos da un paquetito a cada uno antes de irse Nando.

-          Nos vemos en Madrid hermano. –

-          Si chiquitina, te aviso cuando vaya a coger el tren. –

Mi madre y mi abuela me acompañan a la parada de autobuses y esperan conmigo hasta que llegue el bus que me llevara a la estación de tren.

-          Adiós abuela, sigue con tus juegos de cartas y tus actividades y ejercicios, pareces más joven. –

-          Adiós cariño. Come bien y ten cuidado. Y búscate un buen mozo de una vez por todas que “se te pasara el arroz”. –

-          Adiós mama, te llamo cuando llegue a Madrid. Cuidaros mucho. Os quiero. –

-          Yo también te quiero hija. Cuídate y llama más a menudo. –

Le vuelvo a dar dos besos a cada una y un gran abrazo y subo al autobús.

Llego a Madrid por la noche y un taxi me lleva a mi casa. No he hecho nada en el viaje, pero estoy agotada.

 

Al día siguiente quedo con Lucia para comer, su hermano y su sobrina aún están aquí, pero irán al centro comercial a comprar. Me estoy arreglando en casa cuando escucho que me llega un e-mail. Tengo que leerlos siempre, porque muchos son del laboratorio informando sobre un cambio de horario, documentos que hay que llevar, etc.

Pero no es del trabajo, es de Carlos que me felicita el año nuevo.

 

“¡Hola Paula! ¡Feliz año nuevo! ¿Qué tal llevas las vacaciones? Espero que ya estés de vuelta en Madrid, me gustaría verte antes que empiece el trabajo. Pero si aún ni has vuelto, no pasa nada, disfruta de tu familia. Besos. Carlos.”

 

Decido contestarle en otro momento y terminar de arreglarme, porque no me gusta llegar tarde a los sitios.

Estoy en la puerta del restaurante donde hemos quedado y veo llegar a Lucia reluciente y con esa elegancia que la caracteriza. Todo el mundo a su alrededor se la queda mirando, desde que la conozco siempre ha sido así, ella eclipsa todas las miradas.

-          ¡¡¡Hola Paulaaa!!! ¿Cómo estás? – llega hasta mí y me da un abrazo de oso y dos besos muy sonoros. – Te he echado de menos, aunque no he parado ni un segundo. –

-          ¡Hola guapísima! Yo también te he echado de menos, pero me ha sentado de maravilla el descanso. –

-          Tienes que contarme todo todo ¡madre mía! Ese Gonzalo está muy bueno ¿y cómo es en la cama? Si no lo quieres para ti, dame su número, preséntamelo, que yo si lo quiero. ¿Te encontraste con el chico misterioso? ¿y cómo fue eso? ¿no te dijo su nombre? –

-          Para el carro chica, poco a poco ¿no? Mejor primero entramos y te voy contando. Tú también tienes que contarme que tal con Javi. –

El metre nos lleva a nuestra mesa y en seguida llega el camarero con la carta. Lucia pide un vino blanco y yo esta vez me pido agua, esta mañana me he despertado con el estómago algo revuelto, supongo que de tanto comer encasa de mi madre estos días.

Lucia se pide para comer un secreto a la brasa con salsa Pedro Ximenez y yo dorada a las finas hierbas a la plancha, algo ligerito, no quiero ponerme mala antes de empezar a trabajar de nuevo. Nos pedimos también una ensalada de la casa a medias.

Le voy contando todo a Lucia, aunque ya le resumí varias cosas en mensajes, quiere saber la historia completa como buena cotilla que es.

Ella me cuenta que salió de fiesta una noche con Javier y Luis y luego se vieron también en nochevieja en Sol. Dice que solo se dieron un par de besos, pero que Javi le dejo bien claro que no quería nada serio con ella. Está un poco decepcionada pero nunca pierde la sonrisa. Le cuento que mañana viene mi hermano y que podemos ver la cabalgata juntos. Ya me ha dicho en varias ocasiones que mi hermano es muy guapo y que tiene muchas ganas de conocerlo.

-          Después nos vamos de compras Paula, con todo el lio de mi sobrina no he podido comprarle nada para reyes. – me dice Lucia al terminar de comer.

-          Vale, pero primero vayamos a tomar un café, o en mi caso una infusión. –

-          No tienes remedio, si es que la comida de tu madre Paula está muy buena. Lo poco que he probado de la que has traído estaba de lujo. – eso es verdad, mi madre antes me daba tuppers con comida para traerme a Madrid, pero cuando comprendió que comía bastante bien en el restaurante del laboratorio, dejo de dármelos. – No me extraña que hayas pillado una triponera. –

Después de tomarnos el café y de hablar de trivialidades, nos vamos de compras por el centro de Madrid. Lucia ha entrado al probador con tres conjuntos de ropa, tardara un rato en salir, así que decido contestarle a Carlos el e-mail.

“¡Hola Carlos! Ayer llegue a Madrid, he pasado unos días estupendos con mi familia y el descanso me ha sentado bien. Me gustaría verte, pero tendrá que ser después del día de reyes, porque mañana viene mi hermano a pasar unos días. Además, así puedo darte tu regalito de reyes, ¿te acuerdas cuando éramos pequeños? Siempre había un regalito para cada uno en la casa del otro. Espero que pasaras una buena navidad. Besos. Paula.”

Voy a aprovechar esta tarde y le buscare el regalo a mi hermano, y también el de Carlos.


miércoles, 10 de agosto de 2016

El Destino de Paula 14






Capítulo 14

-          ¡Hola gatita! No esperaba encontrarte aquí, pero parece que el destino ha querido que estemos juntos de nuevo ¿bailas conmigo? –

Me giro sobre mis talones y lo veo, esa voz, esa colonia, esa sensación de ser observada, pero… ¿Qué hace aquí?

-          ¿Es que me estas siguiendo? Que eres ¿un acosador? – le digo después de salir del shock, cuando “ojitos verdes” me cierra la boca suavemente con un dedo, ya que debí dejarla abierta de la impresión.

-          ¿No te alegras de verme preciosa? Creía que entre tú y yo había algún tipo de conexión… ¿Podemos hablar donde no hay tanto ruido? – me susurra en el oído.

-          Vamos a la terraza, pero donde haya gente, no quiero estar a solas contigo, no me fio de ti. Voy a avisar a mis amigos. – les digo a Gonzalo y Nando que ahora vuelvo, que voy a tomar un poco el aire.

Nos dirigimos a la terraza, yendo yo delante de él y de repente siento una electricidad recorrer mi cuerpo y mi mano siendo agarrada por la de él. Aunque me siento desconfiada con él, no suelto su agarre porque es algo que me agrada. No sé por qué siento una conexión especial con él.

-          ¿Me estas siguiendo? ¿Cómo conseguiste mi número de teléfono? – le digo, ahora si soltándome de su agarre.

-          Tranquila gatita. No, no te estoy siguiendo, hemos coincidido en esta fiesta y me alegro mucho, porque tenía muchas ganas de verte. Y lo del teléfono, me lo dio tu amigo, ese con el que bailabas la otra noche. – no le creo mucho, Luis no sería capaz de darle mi número a un desconocido, pero es una buena respuesta.

-          ¿Cómo sabias que venía a Almería? Me lo escribiste en un mensaje. Por cierto ¿Cuál es tu nombre? –

-          Paula, tengo mis contactos, por cierto, tu nombre también me lo dijo tu amigo. Y mi nombre…es mejor que no lo sepas aun… -

-          ¿Tan feo es que no me lo quieres decir? – me rio de él un poco. – Bueno, te seguiré llamando por el mote que te he puesto “ojitos verdes”. –

-          Me gusta ese apodo. Oye…una cosa Paula, la última vez que nos encontramos, fui un poco brusco, me largue rápido y sin despedirme, lo siento. No quiero que pienses que soy un aprovechado. –

-          Está bien, no pasa nada. Pasamos un buen rato y punto. No somos ni pareja ni novios, así que no tienes por qué darme explicaciones… ¿Cómo te haces esas marcas? ¿O es que son tatuajes? –

-          Esto…es una larga historia… - siento que me agarra alguien desde atrás por la cintura.

-          ¿Estás bien Paula? ¿Te está molestando este tío? – Gonzalo me agarra y siento sus celos a pesar que sabe que no somos nada.

-          Estoy bien Gonza, solo estamos hablando, tranquilo. –

-          ¿Y tú quién eres? – uy, uy, uy…y ahora “ojitos”, aquí hay guerra de testosterona.

-          Soy Gonzalo, el acompañante de Paula esta noche. –

-          Bueno, a ver, Gonzalo es un amigo, solo eso, con quien me lo estoy pasando bien estos días. Y “ojitos verdes” es solo un chico con el que me enrolle una vez. - digo para aclarar las cosas.

-          ¿”Ojitos verdes”? Que nombre es ese, ja ja ja. ¿Ni siquiera te dice su nombre real? – se ríe Gonzalo.

-          Una vez no, Paula, tres veces con la noche de tu cumpleaños. Y me duele que no te acuerdes. – dice “ojitos verdes” y veo decepción en su cara.

-          ¿Nos vamos a bailar Paula? – me pregunta Gonzalo agarrándome de la mano y tirando de mí.

-          Ahora no Gonza, quiero aclarar algunas cosas con él. –

-          Bueno, pero si me necesitas, me avisas. – se acerca peligrosamente a mí y me deja un beso en los labios.

Gonzalo se va y me acerco a mi desconocido, que ha decidido alejarse un poco.

-          Oye, explícame un poco eso de las tres veces, porque, en serio que no me acuerdo, dame alguna pista, por favor… -

-          ¿En serio que no me recuerdas? No creo que hayamos cambiado tanto… “Fiesta fin de secundaria”, pasamos parte de la noche juntos. “Fiesta primavera y carnaval en bachillerato”, también pasamos gran parte de la noche juntos. Pero puedes volver con tu “amigo” – hace comillas remarcando la palabra. – Creo que has dejado bien clarito con quien te estabas divirtiendo y con quien quieres estar ¿no? – me dice y se va hacia dentro, desapareciendo entre la multitud.

Me quedo estática y pensativa un rato, me ha dicho cosas que no las recordaba ¿Por qué? Y es verdad, en esas dos fiestas estuve con un muchacho, con marcas parecidas, no tantas como ahora ¿es posible que fuera él? Pero si es así…ha cambiado mucho, por eso no lo reconocía ni me acordaba. Y si todo es verdad… ¡Ay mi madre! ¡Él fue mi primera vez! Con él perdí mi virginidad… nunca pensé que lo encontraría de nuevo.

Salgo de mis pensamientos y vuelvo a la realidad. Entro corriendo para buscarlo, pero hay tantas personas y todas con antifaz que me es difícil encontrarlo. Solo consigo ver a Fernando, que está muy acaramelado con una chica, así que no lo molestare.

Sigo buscando y de pronto alguien me tapa los ojos y tengo la esperanza que sea él.

-          ¿Quién soy? – me susurra. Por la voz ya sé que es Gonzalo y siento un poco de decepción, pero me quito las manos de los ojos y me giro para verle de frente. Él levanta mi antifaz y antes de darme cuenta, me besa. De la impresión le sigo el beso, hasta que siento un escalofrío recorrer mi espalda y me separo de Gonzalo.

 

 

CARLOS:

Me voy corriendo hacia dentro, ahora mismo no puedo estar cerca de Paula, me ha decepcionado bastante que no se acuerde de mí. Sé que la otra noche no se acordaba, parecía que era la primera vez que me veía, pero supongo que era por el tiempo que había pasado desde la última vez, pero ya ha tenido tiempo de recordarlo, un poco hemos cambiado, pero creo que mis marcas son únicas.

Y además esta ese tío, insinuando que se estaban acostando juntos, bueno, lo ha dicho claramente y he sentido tanta rabia que casi le pego un puñetazo. Cuando la ha besado, eso ya no lo he soportado, Paula es mía, será mía.

Me quedo en una zona un poco apartada, pero desde donde controlo casi toda la pista y veo a uno de sus acompañantes muy a gusto con una chica.

Paula aparece en mi línea de visión, entrando rápido en la pista y parece que está buscando a alguien, seguro que a su amigo. Ese tío otra vez, no me acuerdo ni como se llama y ya lo odio. No puede ser, la está besando de nuevo, esto es insoportable, no es la noche que yo esperaba.

Aprieto tan fuerte mi mano que el vaso que tenia se rompe en mil pedazos. Por fin Paula se separa de él y veo que se dirige a los aseos. Creo que es mi hora de actuar y cambiar esta mierda de noche.

Me acerco a paso ligero hasta la puerta, pero Paula no está por ningún sitio, debe estar dentro, así que la esperare fuera. Se abre la puerta y no es ella. Una segunda vez y tampoco es ella. Se abre la puerta una tercera vez y ahí está, que al verme se queda sorprendida.

-          ¿Aun estas aquí? Pensé que te habías ido, no te he encontrado en la pista. – me dice.

-          ¿Me buscabas? Pero si estabas besándote con ese tío, “tu novio” … - mi voz suena a enfado, pero no puedo controlarlo cuando pienso en eso.

-          Ese tío NO es mi novio, es solo un amigo y mi ex de secundaria. No sé por qué te tengo que dar explicaciones – yo tampoco sé porque me da tanta información, supongo que por mi tono de voz y me enfado. – Yo te buscaba a ti, quería aclarar lo de antes. –

-          No hay nada que aclarar Paula, por lo menos por mi parte, yo lo tengo todo clarito y me acuerdo perfectamente de todo. – le digo sin mostrar ningún tipo de interés. – Pero adelante, habla y aclara lo que quieras si así te sientes mejor. – al estar en la zona de baños, no hay tanto ruido y podemos hablar.

-          Pues…no sé cómo empezar…yo…he recordado… me has engañado, si estuviste en la fiesta de secundaria, Luis no te dijo mi nombre, tú ya sabias como me llamaba. Cuando bailamos en Madrid, tú ya sabias quien era yo… - se queda pensativa.

-          ¿Y eso lo has deducido tu solita? Eres muy lista para haber sacado esas conclusiones en tan poco tiempo. – soy un poco borde con ella, lo sé, pero sigo un poco dolido y a la defensiva, no sé por qué, no puedo controlarme. – Puede que te haya dicho alguna mentirijilla, pero tú no te acordabas de mí. ¿Tienes que decir algo más? –

-          Tu…fuiste mi primera vez… - lo dice tan bajito que me cuesta oírla – y aun no se tu nombre real. No recuerdo si me lo dijiste en aquella fiesta. –

-          Todo a su tiempo Paula, ya recordaras. – no puedo verla tan triste, así que me acerco a ella y la abrazo mientras le susurro eso último.

No puedo creer lo que ha dicho, sé que éramos jóvenes. Yo fui su primera vez, pero lo más gracioso es que ella también fue la mía. Después de 4 años sin vernos, en aquella fiesta, no pude contenerme, nos escondimos en una clase mientras los demás estaban en el gimnasio. Ella no me paro los pies y acabamos haciendo el amor en el suelo de la clase. Para ese entonces yo ya vivía en Madrid, pero me escape de casa, cogí un autobús, llegue al instituto de Paula y como aún estaba abierto por la preparación de la fiesta, decidí esconderme dentro. Pase casi toda la noche con ella y casi al amanecer me fui a la estación de autobuses y regrese a casa. Me lleve un buen castigo por parte de mis padres, pero si pudiera volver a atrás, lo haría de nuevo.

Abrazo a Paula un poco más fuerte, ya que tiene la mirada perdida y los ojos anegados en lágrimas y le voy dejando pequeños besos por el cuello, subiendo a la barbilla y acabando en su boca. El beso empieza suave, lento, como si nuestras bocas y labios se conocieran por primera vez. Paula sube sus manos a mi cuello y yo la agarro por la cintura y la acerco más a mí, haciendo desaparecer el poco espacio que quedaba entre nosotros. El beso coge intensidad y mis manos empiezan a recorrer su cuerpo. Ella no se corta y también recorre el mío.

-          Estoy hospedado en el hotel de aquí al lado ¿Quieres que vayamos? Estaremos más cómodos que aquí delante de la gente. – le susurro cuando ya no aguanto más.

-          Está bien, pero debo volver con mis amigos después – me dice Paula con la respiración entrecortada por la falta de aire y me alegro que me diga eso, no tendré que poner excusas – se estarán preguntando donde estoy. –

-          No te preocupes, yo después te acompaño. – le agarro de la mano y nos dirigimos a la salida.

El hotel esta justo a una manzana de la disco, así que vamos andando, no puedo dejar que vea mi coche, lo reconocería.

Llegamos a la entrada y pasamos de largo la recepción, la tarjeta de la habitación la llevo en el bolsillo del pantalón. Nos metemos en el ascensor, y en cuanto se cierran las puertas me lanzo a su boca. Nos besamos como si el mundo se acabara esta noche. Creo que los dos nos echábamos de menos en este sentido, o por lo menos yo si la echaba de menos, me encantan sus besos. Nuestro beso se vuelve más apasionado.

Entramos a la habitación y esta vez quiero ser delicado con Paula y hacer bien las cosas. La llevo al dormitorio y una vez allí le bajo la cremallera del vestido muy lentamente, dejando pequeños besos en su hombro y cuello. Una vez cae al suelo, ella empieza a desabrochar los botones de mi camisa y dejando suaves besos por mi pecho. Cuando me deshago de los pantalones y los zapatos, la tumbo despacio en la cama y sin dejar de besarla me echo encima de ella. Le quito el sujetador y me deleito besando sus pechos hasta que sus pezones se ponen duros. Bajo mi mano por su abdomen y la meto dentro de sus braguitas para notar que ya está húmeda y preparada para mí. Me quito mis calzoncillos y me deshago de sus braguitas y me coloco un preservativo. Me tumbo encima de ella con cuidado de no dañarla apoyándome en mis codos y veo lujuria en su mirada. La beso en los labios mientras comienzo a penetrarla despacito, quiero sentirlo todo, la última vez fue tan rápido por el deseo que teníamos que no lo disfrute como quise.

Las primeras embestidas son suaves, lentas y en ningún momento dejo de besarla. Voy subiendo el ritmo y me encanta oírla jadear de deseo. Sigo embistiendo al mismo ritmo, hasta que noto que no puedo más y que Paula está llegando al clímax, así que aprieto un poco más la velocidad y llegamos los dos juntos al orgasmo.

Salgo de ella, me quito el preservativo y me tumbo a su lado. Nos besamos con pasión. Paula se separa de golpe de mí.

-          Me tengo que ir. – dice levantándose. – Me gustaría poder quedarme más rato, pero seguro que mi hermano y mi amigo me están buscando. –

-          ¿Hermano? – le pregunto extrañado, que yo sepa nunca tuvo un hermano.

-          Sí, es una larga historia. Espero que algún día me digas tu nombre “ojitos verdes” y nos encontremos en otras condiciones. – me encanta que me llame por ese apodo. – Voy a darme una pequeña y rápida ducha, si no te importa y ya me voy. –

-          Tranquila, sin problema. Yo recogeré un poco este desastre y te acompañare a la disco. – son las cinco de la mañana, dentro de un par de horas amanecerá y no quiero que me vea.

Cuando sale del baño ya vestida, volvemos andando a la disco y en la puerta me despido de ella con un beso en los labios.