domingo, 22 de mayo de 2016

El Destino de Paula 2

Aqui os traigo el capitulo 2.
Espero que os guste.



Al terminar la comida, subimos de nuevo al laboratorio para recoger todo y terminar los informes y como cada viernes, reúno todos mis papeles de la investigación y los meto en la carpeta para dárselos a nuestro encargado jefe, que al parecer, ya me estaba esperando.
Javier, nuestro encargado jefe, es un hombre alto, pelo castaño oscuro y los ojos negro azabache. Le gusta cuidarse e ir al gimnasio porque se le marcan los músculos debajo de las camisas. Es joven, tiene 29 años creo, y consiguió ese puesto porque fue el único que se graduó en la universidad con el título honorifico “summa cum laude”, y fue tan aclamado en empresas de otros países, que este laboratorio le dio este puesto desde el primer momento.
Lucia se enamoró de él, el primer día que entro a trabajar aquí, pero Javi siente lo mismo por ella, y es que, este joven tan guapo y sexy (para muchas) está enamorado de mi o eso creo yo, por las insinuaciones que me hace. El problema, que yo no siento lo mismo por él, para mí solo es un amigo, mi jefe y nada más. Javier me ha invitado muchas veces a salir con él, y a todas le he dicho que no, no quiero darle una esperanza que no existe, pero el muy cabezota parece no darse cuenta.
-          Pasa Paula – me dice Javi mientras se levanta de su silla y coge algo del mueble. - ¡Felicidades! Y antes de que me digas nada, esto es para ti y no aceptare un No por respuesta, es tu cumpleaños y la ocasión lo amerita. – Javi me entrega un enorme ramo de rosas rojas con calas blancas.
-          Gracias Javi, pero no tenías por qué regalarme nada. ¿Cómo sabes que son mis favoritas? – se lo agradezco dándole dos besos – aquí tienes los informes de hoy. –
-          Tengo mis contactos Paula. Nos vemos a la noche. –
-          Pero como… - no me deja terminar la frase interrumpiéndome.
-          ¿Qué? Lucia me ha invitado, ¿pensabas que no iba a ir? Siendo tú la cumpleañera no he podido negarme. – me dice Javier con una sonrisa en la cara.
-          Pues entonces nos vemos esta noche, hasta luego Javi. – le respondo con una sonrisa algo tímida. La verdad, no sé qué cara poner ya cuando me liga tan descaradamente.

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Después de tirarnos toda la tarde buscando y comprando, lo que para mi amiga Luci era el vestido y el antifaz perfectos para mí, llegamos a casa de Luis y nos hicimos algo ligero de cena, unos sándwiches de york-queso con un poco de ensalada.
Nos duchamos por turnos, nos pusimos nuestros vestidos (Luis se puso algo más informal) y para darle el gusto a mi amiga, le deje que me maquillara. Mi vestido era estilo de los años 50, negro, con escote palabra de honor aunque tenía encaje por todo el torso con brillantes negros y simulando unas pequeñas mangas. Me llegaba de largo por las rodillas y tenía tul negro por dentro de la falda para darle más volumen.
Lucia llevaba un vestido azul eléctrico, de escote palabra de honor y falda de vuelo que le llegaba bastante por encima de las rodillas. Se podría decir que le tapaba el culete y poco más. Luis por su parte, se puso unos pantalones vaqueros color ocre, con un jersey con cuello de pico y una chaqueta tipo americana encima.
Nuestras mascaras eran bastante parecidas, Luis es el más simple, se compró el antifaz de Batman. Lucia llevaba un antifaz azul marino, con brillantes por los bordes y toda la zona de arriba estaba adornada con plumas de pavo real. Y la mía…pues la mía era tipo Catwoman, sencillo y negro con detalles plateados en los bordes y alrededor de los ojos y algunos brillantes.
Lucia se esmeró mucho maquillándome, aunque no se notaba nada en exceso y como le hacía tanta ilusión, la deje hacer. << Si llevo antifaz, ¿para qué tanta insistencia en maquillarme? >> – pensé para mi sola.
En la puerta de la discoteca ya nos estaba esperando Javier. Al entrar no pude resistir mirar a todos lados y es que aunque haya venido pocas veces, siempre había una decoración diferente. Y ahora igual, está totalmente diferente a como lo recordaba.
Para llegar a nuestro reservado, tuvimos que atravesar la pista central, la cual estaba abarrotada de chicos y chicas bailando y bebiendo. Al llegar me fije que había un sillón en forma de semicírculo, de color negro de piel, una mesita redonda de cristal al centro. Había unos tres reservados más, separados por gruesas cortinas rojas. Un pasillo unía a los reservados con una exclusiva barra de bebidas.
Estuve admirando el local un largo periodo de tiempo, era muy grande y la decoración con máscaras y cosas vintage lo hacía lucir bonito y elegante. Tenía una segunda planta, en la que supongo habrá reservados aún más privados a los que irán los famosos.
Nuestro reservado era el que estaba más cerca de la pista de baile y se podía ver a todo el mundo con sus máscaras y antifaz. Algunos de los más extravagantes, otros sencillos y simples (parecían comprados en las tiendas de chinos), algunos brillaban en la oscuridad y había uno que me llamo mucho la atención, era del tipo “máscara de hierro” y le cubría toda la cara, ¿Por qué querría esconder todo el rostro?

Volví a la realidad cuando Lucia me dio un pequeño codazo y es porque Javi se ofreció a ir a pedir las bebidas. Yo le pedí un mojito de fresa, Lucia creo que pidió un daiquiri de plátano y Luis un gin tonic, creo haberle escuchado de canela. A Luis le encanta probar gin tonics nuevos y con eso de las especias que han salido, el tío se pone las botas. Javi no solo trajo las bebidas, también apareció con una botella de champan y cuatro copas.
-          Hagamos un brindis por la cumpleañera. – dijo Javier muy emocionado, juraría que él ya se tomó su copa antes de venir. De repente los tres empezaron a cantarme:
-          ¡¡ CUMPLEAÑOS FELIZ, CUMPLEAÑOS FELIZ, TE DESEAMOS PAULA, CUMPLEAÑOS FELIZ!!
-          Gracias chicos, pero no hagáis esto, me da vergüenza y me sacáis los colores. – sentía mis mejillas arder, menos mal que con la poca iluminación del local no se me notaba. En ese momento sentí como si alguien me mirase fijamente, es una sensación rara si llegas a sentirla e incómoda un poco.
Me gire para mirar por la pista de baile, para saber si alguien me miraba y había alguna razón por la que sentí ese escalofrío recorrerme la espalda, pero nadie me estaba mirando, todos estaban a su rollo, bailando, riendo, etc.
Brindamos y me bebí la copa de champan casi del tirón, y me senté en el sofá del reservado a tomarme mi mojito y ver a la gente divertirse.
Javier me pidió que bailase con él, pero me da mucha vergüenza hacerlo en público, no soy buena bailarina y no soporto las miradas de la gente en mí. Y el tipo de música que sonaba en ese momento tampoco me incitaba a bailar, la música electro no es de mi tipo.
Después de mi tercer mojito de fresa y unas cuantas copas de champan de mas, yo ya iba un poco achispada, que no borracha << aunque bien poco te queda, bonita (me dice mi subconsciente >> y como Luis ya me conoce, se acercó a mí.
-          Vamos mi niña, ya toca bailar, no puedes pretender estar toda la noche ahí sentada ¿no? –
-          Está bien Luis, pero solo una canción, ya sabes que no me gusta mucho bailar en público. – le dije yo y salí a la pista con él.
Lucia y Javier llevaban bailando toda la noche y ¡¡por favor!! Como se le nota Lucia que le gusta mucho Javi, no para de intentar besarlo. Comencé a moverme un poco ya en la pista, aunque no conocía la canción que sonaba. Volví a sentir ese escalofrío por mi espalda, esa sensación de que alguien te mira muy fijamente se hizo más fuerte y más presente, pero la ignore como pude, ya que pensé que eso deberían ser paranoias mías o era el alcohol provocándome malas sensaciones.
Comenzó a sonar “Valió la pena” de Marc Anthony, en versión salsa, de mis favoritas << vaya cambio radical de música, hace un momento sonaba algo parecido al rock o heavy y ahora esto, pero me encanta bailar salsa. >> pensé.
Con los primeros acordes Luis me cogió de las manos y empezamos a marcarnos un bailecito, ya que he de decir que bailar salsa se me da muy bien, ya que en nuestros años de universidad, Luis y yo íbamos tres noches en semana a clases de salsa en un pub cerca de nuestro apartamento.
Javier se quedó alucinado << y con razón, le dije hace un rato que no sabía bailar y mira por donde salgo >> y Lucia ya nos conoce y sabe que bailamos así. Termino la canción y empezó una bachata de hace unos cuantos años ya, pero que para mí nunca pasara de moda ni dejara de gustarme, “Obsesión” de Aventura. Seguí bailando con Luis cuando note de repente que unas manos me cogían de la cintura desde detrás. Pensé que era Javi, hasta que note una respiración cerca de mi cuello y un susurro en mi oído.
-          ¡Hola gatita! ¿Bailas conmigo? – me dijo un voz grave y muy varonil y en seguida me tense. Sentí como esa electricidad de antes me recorría toda la espalda y un calor se apoderaba de mi cuerpo.
Luis me soltó y asintió con la cabeza y una enorme sonrisa hacia el chico y se alejó de nosotros poniendo la señal de “ok” con las dos manos. Gire sobre mis talones y sin decir nada << no hubiera podido hacerlo de todas formas por la vergüenza del momento >> me puse a bailar la bachata. Me fije que este chico es bastante alto, 1,80 m más o menos, esta fuertecillo, marcando musculito pero sin ser exagerado, tiene los ojos gris-verdoso y el cabello rubio oscuro << o castaño, la verdad que no se ve muy bien en esta oscuridad >> cortito. Parecía como salido de un anuncio de ropa interior Calvin Klein. Pero lo que más me llamo la atención fue su máscara. Llevaba en la cara pintados unos símbolos o marcas tribales muy extraños, le cubrían casi todo el rostro y cuello y parecían como tatuajes, aunque no creo que alguien con sus características se tatuara todo eso en la cara, y si era pintura…<< necesito pedirle esa marca de maquillaje, ya que no se borra ni con el roce ni con el sudor >> pensé.
Al terminar la bachata, la cual por cierto sabía bailar bastante bien, empezó a sonar otra canción y no supe que hacer.
-          Discúlpame, pero me voy a ir con mis amigos, gracias por el baile. – dije muerta de vergüenza y excusándome.
Regrese al reservado donde solo estaba Javier, el cual me escudriñaba con los ojos de manera muy rara.
-          ¿Quién era ese? Y ¿Por qué bailabas con él? – dijo mi jefe algo malhumorado…o se podría decir ¿celoso?
-          No sé quién es, Javi, me ha pedido un baile en la pista y no me he podido negar ya que Luis literalmente me ha empujado hacia él. No he cruzado ni dos palabras. – dije defendiéndome, aunque no se ni por qué lo hacía. Es cierto que ni su nombre le pregunte, pero esos ojos verdes me recuerdan a alguien que conozco.
-          Discúlpame Paula, es que yo también te he pedido un baile y siempre me has dicho que no, y con el desconocido si has bailado. Pero bailaras conmigo ahora ¿sí? Por favor, solo una canción ¿vale? –
-          Está bien, déjame que beba algo primero. Pero solo una canción ¿ok? – dije, me pedí una coca cola y salimos a la pista de baile.
Al final no fue solo una canción, ya que se nos unieron Luis y Lucia y nos quedamos un tiempo bailando.
Luis fue a por más bebidas y a mí me trajo otro mojito, esta vez de melón y creo que ese achispamiento se había convertido en una pequeña borrachera, pero como decían mis amigos, es mi cumpleaños y tengo que disfrutarlo.

Cuando termine mi bebida, fui a dejar el vaso en la barra y al volver con mis amigos me choqué con alguien.

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